Escuché por ahí que hay un personaje singular recorriendo los barrios porteños. Decidí investigar más sobre él, y con ese objetivo salí a caminar, a escuchar todo tipo de historias.
Dicen que es un joven que vaga por las calles en los días nublados, que no se lo ve cuando el sol ciega nuestras vistas.
La mayoría de quienes lo vieron, aseguran que viste de ropa informal negra, un par de esas zapatillas negras tan usadas, unos lentes oscuros que impiden ver sus ojos, un sobretodo del mismo color que el resto de la ropa, y que combina con un paraguas largo que lleva en su mano derecha a modo de bastón, aunuqe no tenga ningún tipo de renguera. Lo curioso del paraguas, es que, según me llegó a los oídos, no lo abre jamás, lo lleva en la mano y camina con el. Incluso hay algunos que dicen que cuando llueve se le dibuja una sonrisa maliciosa, con la boca torcida hacia la izaquierda. Cuando la primer gota cae, le impacta de lleno en la frente que levanta hacia el cielo un instante antes, como si supiese cuándo y dónde caerá esa gota.
Lo vieron frecuentando por las mañanas en cementerios, dejando una orquídea en una tumba de la cual el tiempo fue borrando el nombre. Por las tardes frecuenta plazas, escribe unas líneas en un anotador negro y deja caer una lágrima del mismo color sobre el cuaderno. Luego lo cierra y vuelve a su acostumbrada caminata por las calles.Algunos cuentan que por las noches desaparece, pero otros aseguran que lo vieron en diversos funerales, dejando una orquídea bien escondida en la corona de recordatorio del difunto.
Se lo ha visto en bares bohemios, en callejones sin salidas, en terrazas de edificios, y hasta en hospitales públicos. Una vez, un poeta escribió que lo visitó en un sueño, el día que su enamorada lo había dejado.
Hubo una vez un insensato que osó seguirlo. Lo perdió en el tren Urquiza, cuando un guarda lo distrajo pidiéndole el boleto. De este osado, solo se supo que enloqueció al día siguiente, diciendo que había visto su rostro sin lentes. Al mes siguiente enfermó gravemente. Al año, murió agonizando por la enfermedad antes descrita.
Hay algunos que aseguran que lo habían visto hace decenas de años, que aún era joven, pero que en ese entonces llevaba una galera sobre el mismo pelo lacio y largo que le tapaba la mitad de la cara que tiene ahora.
Algunos dicen que la primera vez que se lo vio fue en un callejón llorando la muerte de su amante, pero quienes lo dicen son muy jóvenes como para haberlo vivido, y pueden ser exageraciones de sus padres.
No hay ningún tipo de fotos de él, por más que muchos juran haberlo visto.
Sólo se supo de una persona escuchó su voz: una niña que vendía flores en la calle. La niña era muda.
Hay algunos que dicen que es un hombre, otros que dicen que es un espítritu.
Hay algunos que dicen que es un hombre, otros que dicen que es una bestia.
Hay algunos que dicen que es un hombre, otros que dicen que es una mujer.
Sea lo que sea, existe.
Alguien lo vio, alguien lo escuchó, alguien lo siguió.
Todos lo conocen.
Leandro Nicolosi
Dicen que es un joven que vaga por las calles en los días nublados, que no se lo ve cuando el sol ciega nuestras vistas.
La mayoría de quienes lo vieron, aseguran que viste de ropa informal negra, un par de esas zapatillas negras tan usadas, unos lentes oscuros que impiden ver sus ojos, un sobretodo del mismo color que el resto de la ropa, y que combina con un paraguas largo que lleva en su mano derecha a modo de bastón, aunuqe no tenga ningún tipo de renguera. Lo curioso del paraguas, es que, según me llegó a los oídos, no lo abre jamás, lo lleva en la mano y camina con el. Incluso hay algunos que dicen que cuando llueve se le dibuja una sonrisa maliciosa, con la boca torcida hacia la izaquierda. Cuando la primer gota cae, le impacta de lleno en la frente que levanta hacia el cielo un instante antes, como si supiese cuándo y dónde caerá esa gota.
Lo vieron frecuentando por las mañanas en cementerios, dejando una orquídea en una tumba de la cual el tiempo fue borrando el nombre. Por las tardes frecuenta plazas, escribe unas líneas en un anotador negro y deja caer una lágrima del mismo color sobre el cuaderno. Luego lo cierra y vuelve a su acostumbrada caminata por las calles.Algunos cuentan que por las noches desaparece, pero otros aseguran que lo vieron en diversos funerales, dejando una orquídea bien escondida en la corona de recordatorio del difunto.
Se lo ha visto en bares bohemios, en callejones sin salidas, en terrazas de edificios, y hasta en hospitales públicos. Una vez, un poeta escribió que lo visitó en un sueño, el día que su enamorada lo había dejado.
Hubo una vez un insensato que osó seguirlo. Lo perdió en el tren Urquiza, cuando un guarda lo distrajo pidiéndole el boleto. De este osado, solo se supo que enloqueció al día siguiente, diciendo que había visto su rostro sin lentes. Al mes siguiente enfermó gravemente. Al año, murió agonizando por la enfermedad antes descrita.
Hay algunos que aseguran que lo habían visto hace decenas de años, que aún era joven, pero que en ese entonces llevaba una galera sobre el mismo pelo lacio y largo que le tapaba la mitad de la cara que tiene ahora.
Algunos dicen que la primera vez que se lo vio fue en un callejón llorando la muerte de su amante, pero quienes lo dicen son muy jóvenes como para haberlo vivido, y pueden ser exageraciones de sus padres.
No hay ningún tipo de fotos de él, por más que muchos juran haberlo visto.
Sólo se supo de una persona escuchó su voz: una niña que vendía flores en la calle. La niña era muda.
Hay algunos que dicen que es un hombre, otros que dicen que es un espítritu.
Hay algunos que dicen que es un hombre, otros que dicen que es una bestia.
Hay algunos que dicen que es un hombre, otros que dicen que es una mujer.
Sea lo que sea, existe.
Alguien lo vio, alguien lo escuchó, alguien lo siguió.
Todos lo conocen.
Leandro Nicolosi